Guion: Roy Thomas / Dibujo: John Buscema, Alfredo Alcala

Con fecha de junio de 1976 se puso a la venta el número doce de The Savage Sword of Conan, el cual contenía la historieta "Los Fantasmas del Castillo Rojo", adaptación del relato original de Robert E.Howard "La Princesa Esclava".
La historia está dividida en ocho partes cuyos títulos son: "Los Fantasmas del Castillo Rojo" (7 páginas); "Parte 2, La Herencia del Horror" (6 páginas); "Parte 3, Pacto entre Demonios" (5 páginas); "Parte 4, La Prueba de Zuleika" (6 páginas); "Parte 5, Una Riña entre Ladrones" (3 páginas); "Parte 6, El Enemigo Dentro" (5 páginas); "Parte 7, Espadas y Calaveras" (9 páginas); Y "Parte 8, Noche de Huesos" (7 páginas).
Para la realización del episodio "Los Fantasmas del Castillo Rojo", el equipo formado por John Buscema y Alfredo Alcalá volvía a reunirse de nuevo tras casi diez meses de ausencia. Todo ello en un trabajo que de nuevo se veía reforzado con los detalles y las iluminaciones proporcionadas por Alfredo Alcalá, que una vez más se ocupaba de llevar el estilo y la elegancia de Doré a las páginas de The Savage Sword, embelleciendo los lápices de Buscema y proporcionando una textura y una sensación de integridad a su dibujo que de alguna manera casi lo acababa haciendo propio, siendo seguramente eso lo que más le disgustaba a Buscema del trabajo de Alcalá sobre sus lápices: la manera en que la personalidad de Alcalá se establecía sobre lo que él había dibujado previamente.
La historia está dividida en ocho partes cuyos títulos son: "Los Fantasmas del Castillo Rojo" (7 páginas); "Parte 2, La Herencia del Horror" (6 páginas); "Parte 3, Pacto entre Demonios" (5 páginas); "Parte 4, La Prueba de Zuleika" (6 páginas); "Parte 5, Una Riña entre Ladrones" (3 páginas); "Parte 6, El Enemigo Dentro" (5 páginas); "Parte 7, Espadas y Calaveras" (9 páginas); Y "Parte 8, Noche de Huesos" (7 páginas).
Para la realización del episodio "Los Fantasmas del Castillo Rojo", el equipo formado por John Buscema y Alfredo Alcalá volvía a reunirse de nuevo tras casi diez meses de ausencia. Todo ello en un trabajo que de nuevo se veía reforzado con los detalles y las iluminaciones proporcionadas por Alfredo Alcalá, que una vez más se ocupaba de llevar el estilo y la elegancia de Doré a las páginas de The Savage Sword, embelleciendo los lápices de Buscema y proporcionando una textura y una sensación de integridad a su dibujo que de alguna manera casi lo acababa haciendo propio, siendo seguramente eso lo que más le disgustaba a Buscema del trabajo de Alcalá sobre sus lápices: la manera en que la personalidad de Alcalá se establecía sobre lo que él había dibujado previamente.









