Guion: D. E. Márquez (seudónimo del propio Enrique Breccia) / Dibujo: Enrique Breccia

A finales de 1983, el editor catalán Josep Toutain encarga a Enrique Breccia la creación de una serie, con vistas a publicarla en sus revistas y distribuirla luego en otros países a través de su agencia Selecciones Ilustradas: El cazador del tiempo es el primer intento que realizará Breccia, quedándose solo en tres episodios de una historia de corte fantástico con toques de western, cuyo guion firmará con el seudónimo D. Márquez.
Realizado en colaboración con un mítico y fantasmal guionista -el "viejo" Márquez- en el que Enrique suele refugiarse para sus creaciones más personales, El Cazador del tiempo señala el regreso del dibujante al mecanismo del héroe itinerante que se mueve en un espacio libre y tropieza con la aventura. A mitad de camino entre dos series memorables realizadas con Carlos Trillo desde fines de los setenta -el popularísimo Alvar Mayor, y la increíble invención de Los viajes de Marco Mono-, las aventuras de este jinete cazahombres nacen bajo el signo del humor y la ironía, dos elementos no fácilmente digeribles para los convencionales consumidores de prototipos. Dos factores imprescindibles -siente Enrique- para poder abordar sin rubores el transitadísimo sendero de la aventura sin solemnidad ni aburrimiento.
Realizado en colaboración con un mítico y fantasmal guionista -el "viejo" Márquez- en el que Enrique suele refugiarse para sus creaciones más personales, El Cazador del tiempo señala el regreso del dibujante al mecanismo del héroe itinerante que se mueve en un espacio libre y tropieza con la aventura. A mitad de camino entre dos series memorables realizadas con Carlos Trillo desde fines de los setenta -el popularísimo Alvar Mayor, y la increíble invención de Los viajes de Marco Mono-, las aventuras de este jinete cazahombres nacen bajo el signo del humor y la ironía, dos elementos no fácilmente digeribles para los convencionales consumidores de prototipos. Dos factores imprescindibles -siente Enrique- para poder abordar sin rubores el transitadísimo sendero de la aventura sin solemnidad ni aburrimiento.








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